Friday, November 09, 2007

ESTRATEGIAS Y ESTRUCTURAS PARA EL DESARROLLO SUSTENTABLE
Que hacer en salud pública
Dr. Carlos César Parrado – España

Es claro que los temas de medio ambiente y salud se tratan frecuentemente por separado. Pero no olvidemos que el estado del medio ambiente afecta directamente a la salud humana ya sea por el agua, el aire, el suelo, o los alimentos que consumimos. Si pensamos en la línea de la ecología urbana tenemos que entender la urbe como un ecosistema y como este y sus diferentes infraestructuras pueden afectar al hombre y ser afectados por el mismo. Y es por ello que es frecuente que por medio del impacto en la salud detectemos problemas ambientales. Como anotan muchos analistas del tema, es imposible concebir la construcción de un futuro sustentable para la humanidad sin preocuparse de la salud pública.

El titulo de esta conferencia es. “estrategias y estructuras para el desarrollo sustentable. Que hacer en salud pública”. Empezare entonces por definir el término y hablar de las diferentes visiones del mismo y de las actuales tendencias del desarrollo sostenible para llegar al enfoque que debemos hacer en salud pública.

¿El porqué y para qué del Desarrollo Sostenible?

Historia del término

La consecución de un desarrollo y la potenciación del medio ambiente es una meta que se fijó en la Conferencia sobre el Medio Humano de las Naciones Unidas el año 1972 en Estocolmo. Es a partir de este momento cuando fue aumentando la preocupación por el medio ambiente y la fractura del equilibrio ecológico terrestre.

Quince años más tarde, el año 1987, la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo redactaron un informe, conocido como el informe Brundtland donde se declaró que las medidas internacionales de protección ambiental debían tener plenamente en cuenta los desequilibrios globales existentes en la producción y el consumo. También, el informe Brundtland aporta por primera vez una definición del desarrollo sostenible: “Es aquél que satisface las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las capacidades de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades” (UE,1992).

Al principio de la década de los 90, ante el clima internacional favorable, se hizo patente la necesidad de una cooperación internacional efectiva en la investigación, el desarrollo y la aplicación de tecnologías ambientalmente racionales.

A partir de este momento, la Asamblea General de las Naciones Unidas “decidió elaborar estrategias y medidas para detener e invertir los efectos de la degradación ambiental y para promover un desarrollo ambientalmente racional y sostenible en todos los países” (CNUMAD,1992).

De acuerdo con estas directrices se desarrolló un plan de acción que se conoce con el nombre de Agenda 21, como base para una nueva alianza global en materia de medio ambiente y desarrollo hasta bien entrado el siglo XXI. Este documento constituyó un anteproyecto a discutir en la CNUMAD (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo) que adoptó un texto definitivo en Río de Janeiro el Junio de 1992.

En este texto se destaca al ser humano como centro del desarrollo sostenible, y todas las políticas deben ir encaminadas a lograr este objetivo. Esta declaración destaca que las directrices que propone la Agenda 21 deben transformarse en leyes en los respectivos países para actuar de manera local siempre y cuando se respeten los intereses globales.

De manera paralela, el artículo 2 del Nuevo Tratado de la Unión Europea, que fue firmado por todos los Estados miembros el 7 de febrero de 1992, define el desarrollo sostenible como “un desarrollo armónico y equilibrado de las actividades económicas, y de un crecimiento sostenible, no inflacionario, respetuoso con el medio ambiente.” (UE,1992).

Interpretaciones y críticas

Como se ha introducido, la preocupación por el medio ambiente ha sido debido a la insostenibilidad del crecimiento actual hacia el que nos ha conducido la cultura de la explotación de los recursos naturales a cualquier precio.
Ahora bien, el éxito de la nueva terminología aparecida en los últimos años es objeto de controversia cuando se quiere precisar su contenido o el modo de llevarlo a la práctica debido a su generalidad conceptual. “La insatisfacción creciente entre los técnicos y gestores que ha originado esta situación, está multiplicando últimamente las críticas a la mencionada ambigüedad conceptual y solicitando cada vez con más fuerza la búsqueda de precisiones que hagan operativo su uso” (Naredo,J.M ,1995a).

De esta manera, los economistas clásicos aceptan el desarrollo sostenible como un desarrollo auto sostenido, que es una forma de promover el desarrollo de la misma forma que se ha expuesto hasta ahora. Se persigue la idea de que pese a existir límites al crecimiento, no tiene porqué haberlos al desarrollo. En contra, los economistas “ecológicos” aceptan la sostenibilidad como un principio para vincular el mundo físico en la economía, o sea, valorar de forma adecuada y acertada el capital natural.

Definiciones

Después de la Conferencia de Río, se ha despertado un interés creciente por los temas ambientales y por el desarrollo sostenible en particular. Y es así como al día de hoy el tema ambiental tiene tal vigencia que por ejemplo este año el premio noble de la paz 2007 ha sido concedido al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, conocido como el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC , por su siglas en inglés) y al ex vicepresidente de EEUU Al Gore, hoy activista contra el cambio climático, por “sus esfuerzos para construir y difundir un mayor conocimiento sobre el cambio climático causado por el hombre y poner las bases para las medidas para contrarrestar ese cambio”.

Podemos encontrar diferentes definiciones de desarrollo sostenible dependiendo de los intereses individuales o comunes que intervienen implícitamente.

Visiones generales

Riechman, destaca el desarrollo sostenible como “un proceso socio-político y económico el objetivo del cual es la satisfacción de las necesidades y aspiraciones humanas teniendo en cuenta dos factores:

- el ecológico, debido a que existen límites últimos en la biosfera finita.
- morales, debido a que las generaciones futuras han de satisfacer sus propias necesidades” (Ripa y Verdú, 1995).

Por otro lado, el Instituto Internacional para el Medio Ambiente y el Desarrollo entiende el desarrollo sostenible como “la meta de una calidad de vida que puede ser mantenida por muchas generaciones teniendo en cuenta las siguientes condiciones:

- es socialmente deseable, pues satisface las necesidades culturales, materiales y espirituales de las personas de forma equitativa.
- es económicamente viable, debido a la autofinanciación con costes que no exceden los ingresos.
- es ecológicamente sostenible, debido al mantenimiento de los ecosistemas a largo plazo.” (Ripa y Verdú, 1995)

Marina Alberti y Lawrence Susskind proponen cuatro proposiciones generales basadas en la sostenibilidad:

1. La sostenibilidad requiere invención, no sólo descubrimiento. No existen reglas universales que puedan ser aplicadas en todos los contextos y en todos los momentos. En cambio, la sostenibilidad necesita ser reinventada continuamente.
2. La sostenibilidad es una oportunidad más bien que una restricción. Solamente cuando todas las organizaciones reconozcan los beneficios comunes de conocer las necesidades y aspiraciones de todos generaremos la capacidad para mantener el capital natural durante el largo plazo.

3. La sostenibilidad es un proceso, no un resultado. Por tanto, no es un estado fijado de armonía, sino más bien un proceso de cambio, en el que la explotación de los recursos naturales, la dirección de las inversiones, la orientación del desarrollo tecnológico y el cambio institucional son hechos con vistas a las necesidades actuales y futuras.
4. La sostenibilidad implica una conciencia propia de elección; ello no sucede sencillamente, ya que el desarrollo sostenible requiere liderazgo. Los gobiernos locales y nacionales, juntamente con el sector privado y las organizaciones no gubernamentales, necesitan trabajar juntos para alcanzar las responsabilidades globales. (Alberti y Susskind, 1996)


Visiones desde la economía


Las interpretaciones expuestas en el apartado anterior, centradas en el sistema económico, muestran dos caminos opuestos que pueden definirse formalmente.
La sostenibilidad, pues, se puede interpretar de dos formas según Daly y Cobb: la “sostenibilidad débil” y la “sostenibilidad fuerte”.

La primera definición mantiene que “nuestra obligación frente a la sostenibilidad es comportarnos de manera que las generaciones futuras tengan la opción o la capacidad de vivir tan bien como nosotros”; es la definición de los economistas neoclásicos.

La segunda definición, generada por los practicantes de una filosofía contraria a la economía de mercado neoclásica y que se denominan “economistas ecológicos”, intentan incluir los parámetros de sostenibilidad dentro del desarrollo económico” (Carpenter,S.,1995).

El sistema económico es un de los puntos más importantes para lograr el desarrollo sostenible. La adecuada gestión de la economía para lograr esta meta parece vital y de ella resultan dos tendencias bastante contrapuestas: la de los economistas neoclásicos y la de los economistas ecológicos.

Daly y Cobb han definido la “sostenibilidad débil” como aquella teoría seguida por los economistas neoclásicos; mientras que han asociado la “sostenibilidad fuerte” con los economistas ecológicos.


¿Pero qué persigue cada modelo?

La “sostenibilidad débil” se enmarca en “un marco en el que predomina una visión tecnocéntrica donde se apuesta por una gestión racional de los recursos naturales y por una determinada substitución del capital total en el tiempo con criterios de igualdad intergeneracional” (Jiménez, L.M., 1996).

Los economistas neoclásicos “entienden el capital monetario, el trabajo y los recursos naturales como elementos intercambiables del capital... No hay ninguna separación en el capital generado por los humanos” (Carpenter, S., 1995).

En el otro extremo tenemos la “sostenibilidad fuerte”, que “encaja en una visión predominantemente ecocéntrica donde el subsistema económico se encuentra limitado por el ecosistema global y donde el mantenimiento del “capital natural” es imprescindible y insubstituible por el “capital artificial” ” (Jiménez, L.M., 1996).

Los economistas ecológicos que apuestan por “la sostenibilidad fuerte” proponen que el legado a la prosperidad debe estar estructurado en dos fases.

Una primera a partir de un procedimiento de decisión en la economía ecológica “combinaría los elementos de mercado neoclásico con restricciones políticas a un mercado sin obstáculos, informado por una información ecológica sobre la salud y la resistencia del ecosistema”

La segunda fase implicaría “una negociación social entre los sectores público y privado, entre los ciudadanos y los consumidores, entre los procesos y las estructuras políticas y de mercado” (Carpenter,S.,1995).


Visiones desde la ecología


No se puede dejar de lado otra misión del concepto de desarrollo sostenible proveniente de la Ecología: “capacidad de carga, gracias a la cual el máximo de población puede ser mantenido de manera indefinida, sin que se produzca una degradación en la base de recursos que pueda significar una reducción de la población en el futuro” (Ripa y Verdú, 1995).

Uno de los problemas que destacan los ecologistas en su filosofía se centra en el sistema jurídico actual. Pretenden superar la lógica establecida por la sociedad industrial, que se fundamente en introducir el principio ecológico en el sistema jurídico.

Por tanto, tratan de internalizar los principios de sostenibilidad ecológicos dentro de la teoría del derecho. Según Parejo estos principios descansan en los siguientes postulados (Rueda,S.,1995a):

1. El orden jurídico ha de realizar y hacer efectivos, por igual, los derechos humanos y los derechos de la naturaleza.

2. En todos los conflictos potenciales entre intereses humanos y naturales, la operación de ponderación se ha de regir por el principio de formación por el ser humano y la naturaleza de una unidad dialéctica, no permisiva de ninguna prevalencia de los primeros que no descanse en una consideración adecuada de los segundos.

3. El valor propio de la naturaleza exige que el ser humano se conciba a sí mismo como abogado de la naturaleza, ya sea estableciendo estándares o límites en función de los elementos y las relaciones, con los ecosistemas y no solamente aplicando criterios de salud y bienestar humanos; estableciendo también la preceptividad de la representación de la naturaleza en todos los procedimientos de toma de decisiones relevantes.

4. El valor propio de la naturaleza requiere conocimiento. El ordenamiento jurídico, al mismo tiempo, ha de hacer accesible y potenciar el conocimiento de las relaciones existentes en los sistemas ecológicos, y su conexión con otros ecosistemas.

5. Toda decisión sobre la admisión y legitimidad de planes, proyectos y productos se tendría que guiar por los conocimientos científicos y técnicos disponibles y no solamente por el estado de la ciencia. De ello resulta él deber de considerar opiniones científicas minoritarias.

6. De las lagunas existentes en cada momento en el conocimiento humano no han de producir ningún perjuicio a la naturaleza. De ello resulta que quien genere riesgos le corresponde la carga de la prueba que tales riesgos son asimilables en relación al criterio estimativo derivado del valor propio de la naturaleza.

Visiones desde la termodinámica

En la termodinámica, la entropía juega un papel central en la descripción de la evolución de los sistemas.

Durante el siglo pasado, la segunda ley de la termodinámica propuso la entropía como medida cuantitativa de la tendencia de los sistemas cerrados hacia el denominado equilibrio termodinámico, estado donde se produce la “muerte” del sistema. También se introduce la irreversibilidad de los procesos en el tiempo. De esta manera, la entropía de un sistema tiende siempre a crecer, a aumentar el desorden interno.

Ya en el presente siglo, Schrödinger y más tarde Prigogine descubrieron que la segunda ley era solamente adecuada para los sistemas aislados, o sea, los que no intercambian energía ni materia con el exterior. Para sistemas abiertos, como los ecosistemas, la entropía puede disminuir, con la condición de que la del ambiente aumente.

Nos referimos a los estados estacionarios fuera del equilibrio, que para mantenerse precisan de energía, lo cual no es necesario en los estados de equilibrio.

Estas reflexiones, en ningún caso se contraponen con la segunda ley, ya que fuera del equilibrio, la entropía sigue siendo positiva. Esto es cierto porque la entropía de intercambio entre el sistema y el mundo exterior es mucho mayor que la entropía que se produce dentro del sistema (entropía negativa).

Según Prigogine, la producción de entropía interna está relacionada con los procesos de autoorganización y todo ello queda englobado dentro de los sistemas disipativos.

Dentro de la teoría de los sistemas disipativos (denominada también teoría del caos) existen dos enfoques básicos generales.

En el primer enfoque, el caos se considera como precursor del orden y no como el opuesto. Es aquí donde se centra en la aparición espontánea de autoorganizaciones que emergen de estructuras disipativas en sistemas fuera del equilibrio, cuando la producción de entropía es alta.

El segundo enfoque destaca el orden oculto que existe dentro de los sistemas caóticos. Visto de esta manera, se puede demostrar que contiene estructuras profundamente codificadas, llamadas “atractores extraños”. En esta visión destaca el ordenado descenso hacia el caos, más que las estructuras organizadas que surgen de él.

“En el primer enfoque, una gran producción de entropía da como resultado la creación de estructuras macroscópicas donde antes no existía nada. En el análisis de los actores extraños, se considera que la forma está codificada dentro de la información que el sistema produce, pero estas pautas no desembocan necesariamente en estructuras estables y auto duplicadas como tales”. (Rueda, S., 1995a)

Las dos visiones expuestas comparten la teoría de la no-linealidad. Las funciones no lineales implican un alto grado de incongruencia entre causa y efecto, debido a que una causa pequeña puede dar origen a un efecto grande.

Siguiendo con la teoría de los sistemas disipativos, podemos establecer una serie de puntos o propiedades que se ampliarán en el apartado correspondiente a los sistemas complejos y la teoría no lineal:

1. La teoría de los sistemas disipativos estudia los sistemas configurados de manera que trasladen velozmente las pequeñas incertidumbres a la expresión macroscópica.

2. Como puede deducirse del punto anterior los sistemas complejos tienen una alta sensibilidad a las condiciones iniciales.

3. Todos ellos poseen mecanismos de realimentación donde la salida es una nueva variable de la entrada.

4. Las formas complejas en los sistemas disipativos conducen a una conciencia de la importancia de las escalas y de la simetría.

Queda expuesto, por tanto, que en biología y sociología la entropía está conectada directamente con el concepto de orden y estructura. “El paradigma de la autoorganización muestra cómo la evolución de los sistemas dinámicos pueden ser explicados científicamente a pesar de las leyes de la entropía” (Fleissner y Hofkirchner,1995)
Introducidas las ideas elementales, podemos sentar las bases en que se fundamenta la sostenibilidad de las estructuras desde la óptica de los sistemas estacionarios.

La manera de acercarse al máximo a las situaciones más estables de los equilibrios dinámicos es minimizando la producción de entropía (García,J.,1995).

Con esta disminución entrópica, el entorno tendrá más facilidad de regeneración, ya que tiene una capacidad limitada de absorción denominada capacidad de carga.

Según Prigogine, en ciertas condiciones la producción de entropía en los estados estacionarios es mínima, por tanto, éstos se pueden presentar como modelos para los criterios socioeconómicos actuales en la línea de alcanzar los criterios de sostenibilidad, ya que ésta es una lucha contra la entropía.


MODELANDO LA SOSTENIBILIDAD

Tras definir el desarrollo sostenible desde diversos puntos de vista es necesario plasmar estas ideas en unos modelos teóricos que puedan ser aplicados en la práctica.
Los modelos que aparecen a continuación abarcan las prioridades descritas en los apartados anteriores y pretenden ser nuevas políticas a desarrollar en todos los países.

Modelos Humanizados y Modelos Naturalizados

Ante la aparición del concepto de desarrollo sostenible, nacen una serie de corrientes críticas basadas en planteamientos económicos y políticos alternativos y/o con reivindicaciones ecologistas, sociales, humanistas... que dan lugar a diferentes modelos de sostenibilidad. A grandes rasgos, se pueden distinguir las versiones “humanísticas” y las versiones “científicas” como dos de las corrientes críticas más importantes que dan lugar a los modelos humanizados y naturalizados respectivamente.

Los modelos de desarrollo humanizados recurren a valores humanos (y algunas veces hasta sobrehumanos) y a la autoridad de la ética teórica ( más o menos tradicional o actualizada, como en el caso de la ética ambiental) para avalar los modelos en cuestión y proponen, como salida de los problemas planteados por el desarrollo actual, la regulación ética conforme a normas y principios de orden filosófico con validez universal. Por tanto, los modelos humanizados de desarrollo, se centran de una manera casi exclusiva en los “agentes humanos” e insisten en la concienciación conforme a determinadas interpretaciones y cosmovisiones, y en el consiguiente seguimiento de determinados principios y normas éticas.

“Este modelo no cuenta con los “agentes materiales” del desarrollo. Prácticamente no se cuentan ni los procesos técnicos ni los entornos materiales y ambientales producidos por una determinada cultura cuando, de hecho, son los que hacen de mediadores y estabilizan interactivamente la práctica humana y las formas de desarrollo propias de aquella cultura. Además, es notable el protagonismo que, de una forma más o menos explícita, se atribuyen a sí mismos los expertos en “humanidades” a la hora de llevar a la práctica el modelo citado” (Medina,M., 1997).

Por su parte, el modelo naturalizado proviene de las versiones científicas elaboradas en círculos académicos del campo de la economía y de la ecología. Son precisamente las teorías científicas las que avalan estos modelos, recurriéndose en este caso, en último término, a las ciencias naturales. De aquí pues, se puede hablar de un modelo de desarrollo naturalizado donde el intento de naturalización consiste en conceptuar y fundamentar teorías económicas o sociales en términos de teorías de la física (aquí de la termodinámica) y, al mismo tiempo, dar por hecho que las ciencias físicas representan ciencias de la naturaleza, es decir, se considera que las leyes de la naturaleza por las que se debería guiar el desarrollo no son otras que las leyes de la física termodinámica.

Una vez aceptados los supuestos anteriores, la tarea de configurar un desarrollo sostenible correspondería, fundamentalmente, a los expertos con competencia científica en las disciplinas ecológicas científicas (se puede dividir entre los ecologistas científicos y los ecologistas humanísticos, con la única diferencia que los primeros, se refieran, ocasionalmente, con un cierto menosprecio a los activistas de la segunda como a “ecologistas”).

Por tanto, y en conclusión, con el modelo naturalizado, se pretende derivar, más o menos explícitamente, la legitimación de una política de regulación ecocrática del desarrollo a partir de la ecología y de la economía basadas en fundamentos teóricos de termodinámica.


Modelo basado en la economía ecológica

Cuando se habla de sostenibilidad se presenta de inmediato la cuestión de los límites del crecimiento. El enfoque con el que Herman Daly afronta la cuestión pasa por la distinción entre desarrollo y crecimiento: “Crecer significa «aumen­tar naturalmente de tamaño con la adición de material por medio de la asimilación o el aumento». Desarrollar significa «expandir o realizar las potencialidades; llegar gradualmente a un estado más completo, mayor o mejor». Cuando algo crece se hace más grande. Cuando algo se desa­rrolla se hace diferente. El ecosistema terrestre se desarrolla (evolucio­na), pero no crece. Su subsistema, la economía, debe finalmente dejar de crecer, pero puede seguir desarrollándose. El término «desarrollo sostenible» tiene por tanto sentido para la economía, pero sólo sí sé en­tiende como «desarrollo sin crecimiento»: es decir, la mejora cualitativa de una base económica física que se mantiene en un estado físico me­diante un rendimiento de la materia-energía que está dentro de la ca­pacidad regeneradora y asimilativa del ecosistema. Actualmente, el tér­mino «desarrollo sostenible» se utiliza como sinónimo de «crecimiento sostenible». Y debe salvarse de esa perdición.” (Daly,H.,1992)

Una vez definida la diferencia entre crecimiento y desarrollo, Daly asegura que no se puede crecer de manera sostenible aunque se tomen medidas ecológicas para minimizar el impacto inmediato del crecimiento, reforzando la idea anterior de límite de crecimiento: ”Ni siquiera un «crecimiento verde» es sostenible. Hay un límite en cuanto a la población de árboles que puede soportar la tierra, como hay un límite a la población de seres humanos y de automóvi­les. Engañarnos a nosotros mismos creyendo que el crecimiento sigue siendo posible y deseable tanto si lo etiquetamos como «sostenible» o lo coloreamos como «verde» tan sólo retrasará la transición inevitable, y la hará más dolorosa”. (Daly,H.,1992)

Aunque la imposibilidad de seguir creciendo pueda parecer un obstáculo al progreso y a la posibilidad de enriquecimiento, Daly explica que crecimiento y aumento de riqueza no tienen por qué ser sinónimos: ”En la mente de muchas personas, el crecimiento se ha convertido en sinónimo de aumento de la riqueza. Dicen que debemos crecer para ser lo bastante ricos como para permitirnos el costo de limpiar y curar la pobreza. Que todos los problemas son más fáciles de resolver si somos más ricos es algo que no se discute. La cuestión es si el creci­miento, en su margen presente, realmente nos hace más ricos. Hay pruebas de que en Estados Unidos nos hace ahora más pobres, pues los costos se incrementan más rápidamente que los beneficios. Dicho de otro modo, parece ser que hemos crecido más allá de la escala óptima.” (Daly,H.,1992)

Daly define la escala óptima en la que debemos mantenernos para conseguir un desarrollo sostenible. Este punto se caracteriza por ser aquel en el que los recursos naturales dan mayor rendimiento a largo plazo.“Nuestra intención no es mantener intacto el capital a cualquier nivel, sino a escala óptima. En el caso de los recursos renovables (bancos de pesca sujetos a captura, ganado, árboles, etc.), se sabe desde hace mucho tiem­po que existe un tamaño de stock que permite obtener un rendimiento máximo por período de tiempo. Aun cuando este máximo biológico sólo coincide con el ópti­mo económico (que maximiza el beneficio) en el caso de costes constantes de recolección o captura, no parece que haya ninguna razón para no atenerse al criterio de maximización del beneficio optando por niveles que mantengan intacto el capital natural. La maximización del beneficio anual sostenible no es lo mismo que la ma­ximización del valor actual descontando costes y bene­ficios futuros. El criterio del valor actual es problemá­tico desde el punto de vista de la sostenibilidad. Ésta es una cuestión que requiere ulterior investigación.”(Daly, H., 1991)

Además es importante entender que el capital artificial no puede sustituir al capital natural sino que lo complementa. “El capital natural, como fuente de materias primas y energía, es complementario del capital obra de los hombres. El capital natural, como receptáculo de los productos de desecho, es también complementario del capital obra de los hombres que genera esos desechos.
Una vez se acepta la complementariedad del capital natural y del que es obra de los hombres, se hace evidente que el desarrollo está limitado por aquel que existe en menor cantidad. En la pasada era de «economía en un mundo vacío» el capital obra de los hombres era el fac­tor limitativo. Actualmente estamos entrando en una era de «economía en un mundo lleno», en la que el ca­pital natural será cada vez más el factor limitativo. El desarrollo sostenible exige que el capital natural sea mantenido intacto“. (Daly,H.,1991)

La mejor manera de resumir el modelo de sostenibilidad que propone Herman Daly es citar los principios operativos que estableció para conseguir un desarrollo sostenible, o sea las reglas para la conservación del capital natural:

-“Principio de la irreversibilidad cero:
Reducir a cero las intervenciones acumulativas y los daños irreversibles.

- Principio de la recolección sostenible:
Las tasas de recolección de los recursos renovables deben ser iguales a las tasas de regeneración de estos recursos.

- Principio del vaciado sostenible:
Es cuasi‑sostenible la explotación de recursos naturales no renovables, cuando su tasa de vaciado sea igual a la tasa de creación de substitutos renovables.

- Principio de la emisión sostenible:
Las tasas de emisión de residuos deben ser iguales a las capacidades naturales de asimilación de los ecosistemas a los que se emiten estos residuos (lo cual implica emisión cero de productos no biodegradables)

- Principio de selección sostenible de las tecnologías:
Deben favorecerse las tecnologías que aumenten la productividad de los recursos (el volumen de valor extraído por unidad de recurso) ante las tecnologías que incrementen la cantidad extraída de recursos (eficiencia frente a crecimiento).

- Principio de precaución:
Ante la magnitud de los riesgos a los que nos enfrentamos, se impone una actitud de vigilante anticipación que identifique y descarte de entrada las vías que podrían llevar a desenlaces catastróficos, incluso cuando la probabilidad de estos parezca pequeña y las vías alternativas más difíciles u onerosas.”(Ripa, I. ,1995)

Según Daly “para hacer operacional la sostenibilidad debe conseguirse el mantenimiento del capital natural, extender al máximo el fundamento de la renovabilidad a los recursos no renovables y definir el rendimiento sostenible contando con la capacidad de asimilación o regeneración de los ecosistemas utilizados. Un uso inadecuado o excesivo del medio ambiente puede superar los umbrales de sostenibilidad tanto por carencias en las entradas, es decir, por falta de capacidad de suministro de las fuentes de materias primas y energía, como por carencias en las salidas, es decir, por falta de capacidad de absorción de los residuos y aumento del calor residual”(Jiménez, J.L.,1996).

Si se aplican los conceptos de “entradas y salidas” de los flujos materiales y energéticos que mueven el sistema económico a los principios operativos que se han indicado, se obtienen además los tres siguientes:

-“Entradas: Fuentes de recursos renovables.
El ritmo o tasa de explotación no puede exceder la tasa de renovación y su uso debe ajustarse a la capacidad regenerativa del ecosistema suministrador. El uso sostenible de un bosque se consigue con tasas de tala equivalentes a las tasas de renovación de los ecosistemas forestales.

- Entradas: Fuentes de recursos naturales no renovables.
El ritmo o tasa de explotación no debería exceder de la correspondiente tasa de creación de suministros renovables (compensación del agotamiento con energías renovables). De esta manera, se podrían utilizar las fuentes energéticas fósiles si parte de los rendimientos obtenidos con su explotación se destinaran a proporcionar energías renovables substitutivas.

-Salidas: Sumideros naturales.
El ritmo o tasa de emisión de residuos contaminantes no puede exceder la capacidad de asimilación de los ecosistemas naturales (reciclado, absorción o esterilización por el medio ambiente), ni tampoco disminuir irreversiblemente la capacidad de suministro de servicios ambientales de estos ecosistemas. Por ejemplo, el vertido de aguas residuales debe estar regulado por la capacidad asimilativa y regenerativa del medio acuático en el que se vierte (capacidad autodepuradora de ríos, lagos, mares).”(Jiménez, J.L., 1996).

Modelo de la Agenda 21

A principios de los años 90, el Comité Preparatorio de la Conferencia de Río desarrolló un plan de acción, la Agenda 21, con una relación basada en intereses comunes, necesidades mutuas y responsabilidades comunes.

Todos los programas que trata la Agenda 21 están agrupados en 7 temas, donde cada uno representa una dimensión importante de la estrategia general para una transición global.
El primer tema es la revitalización de un crecimiento sostenible, mediante unas consideraciones ambientales que imponen unas restricciones a los modelos tradicionales de desarrollo.

Para garantizar un modelo sostenible es necesaria “la integración del desarrollo y el medio ambiente en todos los niveles de toma de decisiones políticas y económicas. El sistema de incentivos y sanciones que motiva el comportamiento económico se ha de reorientar para que llegue a ser un elemento fuerte del modelo sostenible, y los cambios en los presupuestos nacionales han de reflejar los valores reales del medio ambiente y de los recursos naturales” (CNUMAD,1992).

Según este modelo, introducir los costes ambientales es totalmente coherente con los principios de la economía de mercado y cree en las fuerzas del mercado como un “estímulo poderoso para el cambio”. Este primer tema también hace referencia a las variables demográficas como factor clave de influencia sobre el consumo y la producción, y reta a todos los países a aplicar políticas y programas de acción adecuados para desarrollar tasas de crecimiento y modelos de distribución de la población.
El segundo tema referente a un Mundo Justo tiene como objetivos la erradicación de la pobreza en el mundo y la consecución de modelos de consumo compatibles con el medio ambiente.

También hace referencia a la gestión de los núcleos de población para la mejora de la calidad de vida de las personas elevando la calidad de las viviendas, el abastecimiento de agua, de la energía y del transporte. Se debe destacar que la creciente cantidad de residuos y aguas residuales es uno de los temas principales que destaca la Agenda 21 derivados de la contaminación urbana.

El tercer tema hace referencia a un Mundo habitable y se centra principalmente en el problema de los residuos y la contaminación urbana.
Según la Agenda 21 “la minimización de los residuos se encuentra en la cumbre de la jerarquía de las opciones de gestión de residuos a escala industrial y municipal; estas opciones van desde la reducción de las raíces hasta el reciclaje, la reutilización y el tratamiento de los residuos no peligrosos”. La minimización de los residuos implica “la eliminación de la generación de residuos mediante un cambio tecnológico y de gestión”.

En este apartado también se hace referencia a una necesidad de cambio en los modelos de consumo hacia niveles más eficientes y formas de uso de los recursos ambientalmente más sanas, aunque este último punto es tratado ampliamente en el siguiente tema.

La utilización eficiente de los recursos constituye la base del cuarto tema de la Agenda 21.
Los programas se centran en la urgencia de invertir la destrucción de los recursos renovables y de aplicar estrategias para la utilización sostenible de la tierra, el agua dulce, los recursos biológicos y genéticos, la biotecnología y la energía. El objetivo central es “la incorporación de la naturaleza multisectorial de la tierra, el agua, la energía y el desarrollo de los recursos bióticos en el desarrollo socioeconómico...” (CNUMAD, 1992)

En temas de agua “hay que aplicar estrategias que desarrollen y distribuyan de una forma flexible las aguas superficiales y subterráneas, teniendo en cuenta las necesidades y oportunidades existentes y anticipadas”.
El crecimiento económico actual ha sido posible por la disponibilidad de una energía barata en forma de combustibles fósiles. Para conseguir la utilización eficiente de los recursos es importante un modelo de producción de energía y consumo que se base en la eficiencia y en sistemas energéticos ambientalmente limpios, especialmente renovables.

Otro aspecto importante es la biodiversidad, debido a la creciente desaparición de especies con la consiguiente reducción de la biodiversidad global. Ello es debido a que los valores económicos y sociales de los recursos biológicos se han devaluado y su valor real se ha subestimado.
Según la Agenda 21 es esencial la cooperación internacional, ya que “la biodiversidad del mundo se encuentra en los países en desarrollo mientras que la capacidad tecnológica y financiera se encuentra en los países desarrollados”

Finalmente, el cuarto tema hace referencia a las biotecnologías como multiplicadores de los valores derivados del desarrollo sostenible de los recursos biológicos.

El quinto tema hace referencia a los recursos globales y regionales, incluye programas de actuación referentes a la atmósfera, los océanos y mares y los recursos marinos. Todo esto interrelacionado directamente con el clima global.
Los océanos tienen un papel predominante y decisivo en los procesos bio-geo-químicos del planeta a escala local y global. Los recursos energéticos, el clima, los ciclos hidrológicos, los procesos atmosféricos se ven influenciados directamente por las propiedades de los procesos oceánicos. Los océanos también son un ejemplo de biodiversidad.

Este tema también hace referencia al territorio y en particular a la degradación física y ecológica de las áreas costeras debido al crecimiento de las poblaciones y de las actividades económicas.

Las actividades de la Agenda 21 van dirigidas a una cooperación mediante acuerdos internacionales para la protección de estos recursos atmosféricos y oceánicos.


El tratamiento de los residuos es uno de los pilares del sexto tema, pero a diferencia del tercer tema este se centra en los “residuos peligrosos”, “químicos” y “radioactivos”.

Para los productos químicos se proponen como una medida importante la catalogación de todas las propiedades de los productos químicos y que se tomen las medidas de precaución adecuadas para su tratamiento, uso y eliminación final.

La participación y responsabilidad de las personas constituye la base del tema final de la Agenda 21: un Mundo de las Personas. Se pretende fortalecer el papel de la educación, la conciencia pública y la formación; exigir más transparencia en la toma de decisiones de los gobiernos. De esta manera se quiere asegurar la máxima participación y contribución de todos los grupos de la sociedad.



Lastimosamente, muy poco del Programa 21 ha sido implementado, y en vista de esta falta de progreso la OMS trató de subrayar más el tema de la salud en preparación para la Cumbre Mundial Sobre el Desarrollo Sostenible de Johannesburgo.

En 2001, la OMS con el gobierno de Noruega organizó un encuentro llamado “Colocando a la Salud al Centro del Desarrollo Sustentable” el cual fue una oportunidad importante para el análisis de vínculos entre estos dos temas. También hubo un encuentro preliminar en Sudáfrica en enero de 2002 sobre “Salud y Desarrollo Sustentable.”

Modelo del V Programa

El “Programa de la Comunidad Europea sobre política y acción en relación con el medio ambiente y al desarrollo sostenible” se redactó a principios del año 1992 con el objetivo de servir de punto de partida y de dar las directrices a seguir en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD), que debía celebrarse en Río de Janeiro el Junio de aquel mismo año.

“El concepto de "sostenibilidad" tal como se utiliza en este programa se refiere a una política y estrategia que tiene por objetivo un desarrollo económico y social que no se haga en detrimento del medio ambiente ni de los recursos naturales de los cuales dependen las actividades humanas y el desarrollo.” (UE, 1992).
También se hace referencia a la definición de desarrollo sostenible que se da al informe de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (Informe Brundtland) y añade que “Se trata, pues, de preservar el equilibrio general y el valor de las reservas de capital natural, redefinir los criterios de evaluación de costes y beneficios a corto, medio y largo plazo con objeto de reflejar los efectos socioeconómicos reales del consumo y de la conservación de éste capital, y de distribuir y usar equitativamente los recursos entre los estados y las regiones del conjunto del planeta.” (UE, 1992).

Algunos de los requisitos que el Programa propone adoptar para alcanzar un desarrollo sostenible son los siguientes:
1.“Debido a que la reserva de materias primas es finita, el flujo de los recursos a través de las fases de producción, consumo y uso debería de realizarse aplicando criterios que facilitaran y fomentarán una reutilización y un reciclaje óptimos, con objeto de evitar su despilfarro y prevenir el agotamiento de las reservas de recursos naturales”;
2.”La producción y el consumo de energía se debe racionalizar”;
3.”Deberían transformarse las pautas de consumo y de comportamiento del conjunto de la sociedad”. (UE, 1992).

Las políticas de desarrollo sostenible sólo dan fruto a largo plazo y hace falta que se mantengan y se vayan completando a medida que el paso del tiempo nos vaya dando perspectiva para valorar las acciones pasadas y posibilidades de completarlas y ampliarlas. En éste sentido el Programa reconoce que: “Es cierto que el desarrollo sostenible no es algo que pueda conseguirse en un período de tiempo tan breve como es el de la vigencia de éste Programa.
Hace falta, pues, valorar "Hacia un desarrollo sostenible" solamente como un paso, importante, de un proceso a largo plazo para la salvaguarda del medio ambiente y la conservación de la calidad de vida de la Comunidad y, en última instancia, de nuestro planeta.” (UE, 1992). Las propuestas se centran en los siguientes campos de actuación que “tendrán prioridad con la intención de conseguir mejoras y transformaciones tangibles durante el período de vigencia del Programa”:
1. ”Gestión sostenible de los recursos naturales: Suelo, aguas, espacios naturales y zonas litorales”;
2. “Control integrado de la contaminación y prevención de la proliferación de residuos”;
3. “Reducción del consumo de energías no renovables”;
4. “Mejora de la gestión de la movilidad incluyendo decisiones de localización y medios de transporte más eficientes y racionales ecológicamente”.
5. “Conjunto de medidas coherentes para conseguir mejoras en la calidad ambiental de les áreas urbanas”;
6. Mejora de la salud y la seguridad públicas, con especial atención en la evaluación y la gestión de los riesgos industriales, la seguridad nuclear y la protección contra las radiaciones.” (UE, 1992).
En la siguiente tabla figuran los problemas y sectores clave para conseguir el desarrollo sostenible según el V Programa de la UE:
Problemas y sectores clave según el V Programa de la Unión Europea


Modelo del “factor 4” o la revolución de la eficiencia

Según Ernst Ulrich von Weizsäcker, presidente del Instituto Wuppertal para el Clima, el Medio Ambiente y la Energía y miembro del club de Roma es posible “duplicar el bienestar usando la mitad de los recursos naturales”, lo que denomina como “Factor 4”. En otras palabras, “se puede cuadruplicar la productividad de los recursos que se obtienen de una unidad de recursos naturales” (Von Weizsäcker, E.U., 1995).

Una de las preguntas que se pueden hacer al estudiar la afirmación anterior es el coste de este modelo. Según los autores de éste modelo (von Weizsäcker, L.H.Lovins y A.B.lovins), ésta revolución de la eficiencia se puede conseguir con un “coste negativo”, es decir, dando beneficios.

Para conseguir la viabilidad se han de aplicar las siguientes medidas (Von Weizsäcker, E.U., 1995):

1. Eliminar las subvenciones para la utilización de los recursos.

2. Educar a los consumidores.

3. Gestionar la demanda.

4. Reducir los costes.

5. Cobrar cuotas altas en concepto de residuos sólidos.

6. Hacer auditorias ambientales.

7. Aplicar una reforma fiscal ecológica.

8. Factor clave: el reciclaje (reparación, restauración y modernización sin la destrucción total).

La reforma fiscal ecológica puede y debe ser diseñada para evitar la destrucción del capital natural.
Las rentas obtenidas de los impuestos sobre la energía y los recursos naturales se utilizarían para financiar parcialmente el sistema de seguridad social, que si no, debe ser financiada por la empresa y el trabajador.

Finalmente, los investigadores en esta temática creen que si se combinan las exigencias ecológicas, los avances tecnológicos y la moda, la revolución de la eficiencia se podrá imponer en menos de quince años y además es aplicable para todo tipo de industrias y sectores productivos.


El desarrollo sostenible en materia de Salud Pública

Muchos comentaristas hablan de una “crisis” mundial en salud pública, reflejado por el avance incontrolable del VIH/SIDA y la continuación o reaparición en algunos países de enfermedades que ya deben haber sido eliminadas, tal como la cólera y el dengue. Al mismo tiempo, la lucha para alcanzar una acción mundial decisiva a favor del desarrollo sustentable parece estar estancada, si observamos los resultados poco alentadores de la Cumbre Mundial de Desarrollo Sustentable en Johannesburgo. Sin embargo, hay algunas esperanzas y pistas a seguir.

Para los que trabajan en promoción de la salud pública, el desarrollo sustentable no ha sido tradicionalmente un área de preocupación. La tarea de los trabajadores de salud ha sido promover y proteger la salud humana y la prevención de las enfermedades. El desarrollo económico y científico ha sido visto tradicionalmente como un aliado a la obtención de la “salud para todos,” meta mundial expresada en la Conferencia Internacional sobre Atención Primaria de Salud, realizada en 1978 en Alma Ata (Kazajstán). Se dijo en esa conferencia, que “No es defendible ninguna distinción entre desarrollo social y económico [...]” y se ratificó la definición amplia de la salud usada por la

Organización Mundial de la Salud (OMS), como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia de enfermedad.”

Sin embargo, la comprensión de los vínculos entre los conceptos salud pública y desarrollo sustentable ha ido creciendo en los últimos años. Es interesante notar que la persona responsable para la comisión que dio definición al término desarrollo sustentable en 1987 fue la doctora Gro Brundtland, directora general de 1998-2003 de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La doctora Bruntland, quien obtuvo su maestría en salud pública en la Universidad de Harvard, había servido como Ministra del Ambiente en Noruega antes de ser Primera Ministra. Convencida de la importancia del vínculo entre el medio ambiente y la salud pública, la Doctora Bruntland ha conllevado a la OMS a trabajar a favor de acciones conjuntas. En Europa, han habido reuniones significativas entre autoridades de ambiente y salud, y varios países ya han comenzado a diseñar “planes nacionales de ambiente y salud” (NEHAP). Dichos planes incluyen una serie de actividades para mejor el ambiente y la salud a la vez, por ejemplo el mejoramiento de sistemas de abastecimiento del agua potable y drenaje para evitar la contaminación por agentes tóxicos o microbiológicos.

Según la OMS (La Salud y el Ambiente en el Desarrollo Sostenible, 2000) las malas condiciones ambientales son directamente responsables de una cuarta parte de la morbilidad prevenible – por ejemplo, las enfermedades diarreicas y las infecciones respiratorias – y se vinculan, directa o indirectamente con el paludismo, la esquistosomiasis y otras enfermedades transmitidas por vectores, y con muchas infecciones de la infancia.

La pobreza, como determinante clave de la salud, es también un factor limitante para el desarrollo sustentable, y por eso la colaboración intersectorial es valorada mucho por los interesados en salud pública. Existe un interés común en la eliminación de la malnutrición, que afecta al 30% de la población mundial y se relaciona con el 50% de la mortalidad infantil de 10 millones de niños cada año. La readecuación de los sistemas agrarios para mejorar la seguridad alimenticia ayudaría tanto a la preservación de la ecología y al estado nutritivo de la población. Además, cualquier mejoría en los niveles de educación y la calidad de la vivienda ayudaría tanto a la salud como al desarrollo equitativo y sustentable, ya que una población sana y educada normalmente logra cuidar mejor su salud y los recursos naturales.

El cambio climático, la reducción de la capa de ozono, y la pérdida de la biodiversidad, son peligros ambientales que afectan a la salud y limitan nuestro progreso hacia el desarrollo sustentable. Algunos de los efectos son directos, como la mortalidad producida por los desastres naturales más frecuentes, y otros son a más largo plazo, como la vulnerabilidad incrementada por el traslado de vectores transmisores de enfermedades a nuevas regiones geográficas.



La “globalización de los estilos de vida insalubres” – el consumo del tabaco, de comidas poco nutritivas, y la falta de actividad física – es un factor cada vez mayor en la mortalidad y morbilidad, reflejado por los índices crecientes del cáncer, la diabetes, y las enfermedades crónicas cardiovasculares y respiratorias. Estos patrones de consumo son también dañinos para la ecología. Se estima que las enfermedades no-transmisibles causan el 60% de las muertes en el ámbito mundial. (Yasmin von Schirnding, “Health and Sustainable Development: Can We Rise to the Challenge?” The Lancet, Vol. 360, Aug. 24, 2002.)

Las iniciativas de la OMS sirvieron para recalcar las metas referentes a la salud de la agenda 21 y promover algunas mas, por ejemplo la incorporación de las metas de la Cumbre del Milenio (ONU, Nueva York, 2000), en la cual se acordó entre otras cosas reducir a la mitad la pobreza, en tres cuartas partes la mortalidad materna, y en dos terceras partes la mortalidad de niños menores de 5 años, todo para el año 2015. Además se propuso el reconocimiento de nuevos temas, tales como la relación salud-pobreza, salud-globalización, y el estudio de los impactos sobre la salud de las políticas y prácticas del desarrollo.

La OMS se armó más en sus argumentos, con la publicación en 2001 del informe de la Comisión sobre Macroeconomía y Salud, presidida por el economista Jeffrey Sachs. El informe presentó clara evidencia de que la inversión en salud es un elemento fundamental para el desarrollo económico y la reducción de la pobreza. Además, según el informe (Macroeconomía y Salud: Invertir en Salud en Pro del Desarrollo Económico), la cantidad de inversión requerida es completamente a nuestro alcance, y podría salvar un mínimo de 8 millones de vidas cada año. El informe fue claramente dirigido a contrarrestar a los neo-liberales, quienes siempre insisten que el mejoramiento de la salud, al igual que la preservación del medio ambiente, es algo que sigue al desarrollo económico y no lo precede. En realidad, la evidencia presentada demuestra que el tipo de desarrollo perseguido sí cuenta, y que al no tomar en cuenta la salud se corre el riesgo de tener un desarrollo que no es ni equitativo ni sustentable.

A pesar de estos esfuerzos, fue difícil lograr en la Cumbre de Johannesburgo un verdadero avance, y según reportes de los representantes de la sociedad civil, fue necesario montar una gran presión para apenas mantener en pié al Programa 21. Lo más positivo de la Cumbre en materia de salud pública, fuera de la repetición de metas ya acordadas en el Programa 21 y en la Cumbre del Milenio, fue el acuerdo para poner más énfasis sobre agua y saneamiento, temas claves tanto para la salud pública como el desarrollo sustentable. Se agregó una nueva meta internacional, la de reducir a la mitad la cantidad de población mundial sin acceso a sistemas de agua potable y saneamiento. (Actualmente, se estima que mil millones de personas no tienen acceso al agua potable y que 2,4 mil millones no tienen acceso a sistemas de saneamiento.) Otra meta nueva con relación a la salud fue la de diseñar para el año 2020 un sistema nuevo para la producción y uso de los químicos que no tenga tantos efectos negativos sobre la salud humana y el ambiente.

Otro elemento positivo del a Cumbre fue la reafirmación de la Declaración de Doha sobre el Acuerdo TRIPS y la Salud Pública, enunciada después de la última reunión de la Organización Mundial del Comercio (OMC), en la cual se acordó que el acuerdo TRIPS no debe restringir a los gobiernos en sus esfuerzos para proteger a la salud pública y permitir el acceso a las medicinas.

También se logró en Johannesburgo, gracias a la presión de la sociedad civil, recordar que la salud es un derecho humano, en el artículo 47 que se refiere al mejoramiento de los sistemas de salud y el apoyo a los esfuerzos de educación, prevención y promoción. En vista de que la OMS ya había sido obligada a reformular la estrategia “Salud para Todos” en 1995 por falta de compromiso de los estados miembros, y que en 2002 haya tenido que aceptar un papel cada vez mayor del comercio y el sector privado, la inclusión de estas dos palabritas es importante.

En América Latina

En Latinoamérica, también se han tenido discusiones y resoluciones importantes al nivel regional vinculando a la salud pública con el desarrollo sustentable. En 1995, los ministros responsables de las áreas de salud, ambiente, y desarrollo en los países de América se juntaron por primera vez (en Washington) para discutir el seguimiento a la agenda 21 y la Cumbre de las Américas (Miami, 1994). La “Carta Panamericana Sobre Salud y Ambiente en el Desarrollo Humano Sostenible,” firmada en ese evento, promueve la protección y promoción de la salud, elementos pilares de la práctica de salud pública, y defiende el principio de la participación comunitaria. La Carta reconoce que el crecimiento económico es “necesario pero por sí solo insuficiente” para la salud comunitaria, y recuerda que la prevención de los problemas de salud y el deterioro del ambiente “generalmente es más humano y más eficaz en función del costo que corregir y tratar los daños ya infligidos.” En marzo del 2002, los ministros de ambiente y salud se reunieron nuevamente en Canadá. Hubo poco nuevo en ese encuentro, que se limitó a repetir los acuerdos de la agenda 21 y los de la Cumbre de las Américas, pero al menos se redactó un Plan Regional que contiene 8 áreas de acción conjunta.

La Organización Panamericana de la Salud (OPS), que celebro en el año 2002 su centenario, ha tenido durante muchos años una preocupación por la “salud ambiental” -- el mejoramiento de sistemas de agua y saneamiento, el tratamiento de desechos sólidos, la limpieza en el hogar y en los lugares públicos. Estas actividades han sido implementadas con relativo éxito durante el siglo pasado como parte integral del mandato de la OPS, pero hoy en día se reconoce que hay un vínculo estrecho con el desarrollo sustentable. Lo mismo sucede con el caso de las plaguicidas, cuyos elementos tóxicos contaminan el ambiente y dañan a la salud humana. La OPS ha lanzado algunos programas de control de plaguicidas y educación sobre sus efectos negativos.


El gran interrogante se presenta, entonces: ¿Si los vínculos entre salud pública y desarrollo sustentable son ya conocidos y aceptados, por qué no hemos visto mayor acción por parte de los gobiernos? Y la respuesta se da en el dogma de la supremacía de los mercados y el capital privado, la llamada teoría neo-liberal. En los mismos 15 años que han seguido a la Cumbre de Río de Janeiro, hemos visto el desarrollo acelerado del régimen de comercio internacional y la promoción de los intereses de las empresas transnacionales. Es de notar que en el Plan de Implementación de la Cumbre de Desarrollo Sostenible de Johannesburgo, hay más de 200 referencias a la Organización Mundial del Comercio (OMC), con la clara intención de mantener la supremacía de este régimen, el único en la estructura multilateral que contiene claras sanciones para los países que no cumplen.

La OPS, en su publicación "La Salud Pública en las Américas" (2002), ofrece una crítica severa al modelo neo-liberal, refiriéndose al “totalitarismo inherente a la ideología del mercado” y al retroceso creado por las reformas y ajustes estructurales de los últimos años, los cuales han debilitado y desmoralizado al sector público. Se necesitaría teóricamente un “estado fuerte” para intervenir en la salud pública, en conjunto con las autoridades locales y las organizaciones no-gubernamentales, pero sin embargo los estados han perdido capacidad y se ha privilegiado el sector privado. Lejos de crear un desarrollo sustentable, este tipo de globalización ha agudizado la inequidad y la inestabilidad.

Como solución, la OPS propone la defensa y promoción de unas 11 “funciones esenciales de la salud pública,” como un conjunto mínimo de responsabilidades estatales, sin importar el tipo del sistema de salud. Me parece loable como iniciativa, pero a la vez es un reflejo del campo de acción limitado, por no decir arrinconado, del régimen multilateral de la salud, en comparación con lo del comercio. Lo mismo ha sucedido con el régimen para la construcción del desarrollo sustentable, que ha sido sometido a las reglas del comercio y los intereses del gran capital.

Los temas salud pública y desarrollo sustentable son bien ligados, y pese al contexto negativo actual al nivel mundial, hay mucho que se puede hacer para promover la acción intersectorial.

Una vez descritos los anteriores apartados llegamos a la labor mas compleja orientar aspectos de lo que debemos hacer en materia de salud publica.
Es importante tener en cuenta que unos de los objetivos generales en materia de salud publica es el de crear condiciones sociales que aseguren buena salud para toda la población. Y establecer también que es especialmente importante mejorar la salud publica de aquellos grupos más vulnerables.

No es fácil definir salud aunque la mayor parte de la gente comprende intuitivamente el concepto. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define salud en términos muy amplios como “un completo estado de bienestar físico, mental y social y no sólo la ausencia de enfermedad y discapacidad”.

La buena salud es algo más que estar libre de enfermedad. Una persona puede tener buena salud aunque se le haya diagnosticado una enfermedad, y también puede sentirse enferma sin sufrir una enfermedad conocida. Hay sin embargo una clara conexión entre mala salud y enfermedad, y las personas que sufren mala salud tienen más riesgo de muerte prematura, independientemente de cualquier diagnóstico médico.

La mayor parte de la gente percibe la buena salud como un objetivo muy deseable y la buena salud mantenida se considera la base para muchas otras cosas. Es por tanto difícil aceptar que haya gente con mala salud pudiendo ser evitada, y tampoco es aceptable que la gente padezca enfermedades o mala salud si existen métodos para prevenirlo. También es difícil aceptar el hecho de que hay desigualdades en la salud de diferentes grupos sociales a pesar de que es posible hacer algo para evitarlo.

Dado que la salud es un objetivo tan deseable, es natural que la salud de toda la población (la salud pública) sea uno de los objetivos políticos más importantes. Incluso aunque se haya reforzado la salud publica, todavía falta mucho camino para que se la considere al mismo nivel que a la política económica o al mercado laboral. Como la salud publica afecta y está influenciada por múltiples sectores de la sociedad, es también importante establecer objetivos que puedan actuar como principios rectores para el trabajo que se realiza en los diversos sectores implicados.


Estrategias y estructuras para el desarrollo sostenible en materia de salud publica.

Si queremos enfocar estrategias y estructuras para el desarrollo sostenible y determinar que hacer desde la salud publica es importante plantearse objetivos básicos que contengan los determinantes mas importantes de la salud publica, es decir que pretendan como objetivo general crear las condiciones para una buena salud en iguales términos para toda la población y que garantice esta mismo situación a las futuras generaciones.
Objetivos que pueden ser aplicados en distintas latitudes, como:

- Participación e influencia en la sociedad.
- Seguridad económica y social.
- Condiciones seguras y favorables durante la infancia y adolescencia.
- Vida laboral más saludable.
- Entornos y productos saludables y seguros.
-Cuidados médicos y sanitarios que promuevan más activamente la buena salud.
- Protección efectiva frente a las enfermedades transmisibles.
- Sexualidad segura y buena salud reproductiva.
- Incremento de la actividad física.
- Alimentos seguros y buenos hábitos de nutrición.
-Disminución del uso del tabaco y alcohol, una sociedad libre de drogas ilícitas y dopaje, y reducción de los efectos nocivos de la ludopatía.
Los seis primeros objetivos están relacionados con lo que se consideran factores estructurales, es decir, condiciones en la sociedad y el medio ambiente que pueden resultar influidas, en primer lugar, por la creación de opinión pública sobre ellas y, en segundo lugar, tomando decisiones políticas a diferentes niveles. Los últimos cinco conciernen a los estilos de vida que una persona puede adoptar por sí mismo, pero sobre los que el ambiente social juega una parte importante.
Los objetivos no tienen sentido si no se concretan y se monitorizan. Es por tanto tarea del de los organismos de salud publica formular objetivos específicos cómo y cuándo sea necesario, y desarrollar indicadores que midan cómo y en qué grado se cumplen.

Es evidente que si examinamos el problema con una perspectiva global, las desigualdades en salud son enormes. Cuando comparamos la salud en diferentes países, usamos normalmente indicadores como esperanza de vida y mortalidad infantil, porque están disponibles y son razonablemente comparables. Pero comparar la auto percepción del estado de salud por ejemplo es más difícil, en parte porque no hay datos fiables de muchos países y en parte porque las diferencias culturales hacen difícil saber si son realmente comparables. La Organización Mundial de la Salud y el Banco Mundial han intentado comparar la carga de enfermedad, que es una síntesis de la mortalidad y la morbilidad, entre diferentes países.

La mortalidad infantil es un indicador importante porque está probablemente influenciado a la vez por el nivel de vida y por la educación, así como el acceso básico a los servicios de salud y cuidados médicos.

Existen importantes diferencias internacionales en la supervivencia infantil. En países desarrollados por ejemplo, sólo 3 niños de cada 1000 recién nacidos vivos no superan su primer año de vida, mientras que en varios países africanos se superan los 100. La mortalidad infantil ha disminuido enormemente en muchos países en los últimos 20 años pero ha aumentado en varios países africanos.

Las desigualdades tan aparentes como las descritas también reflejan las desigualdades globales en términos políticos y económicos. Según el Informe Mundial de la Salud 2002, casi mil millones de personas tienen problemas de nutrición y 12 millones mueren anualmente de enfermedades relacionadas con la falta de comida y agua potable. Al mismo tiempo, otros tantos tienen problemas de salud debidos al exceso de peso y de ingesta grasa.

El calentamiento global afecta principalmente a las personas que viven en los países pobres, donde la agricultura es a menudo extremadamente sensible a los cambios y hay restricciones de agua potable.

La salud pública se ve influenciada en gran medida por el cambio social y las decisiones políticas que toman gobiernos y parlamentos, así como gobiernos regionales y locales. El trabajo que se realiza en los lugares de trabajo y en las viviendas es también importante, con un papel clave de sindicatos y otros movimientos sociales. La salud pública ha ido cambiando en las pasadas décadas, adquiriendo una mayor importancia los niveles regionales y locales. Los municipios tienen un papel importantísimo, porque es en el nivel local donde se toman muchas decisiones que afectan al día a día de las personas.

El contenido del trabajo en salud pública también ha cambiado. Se ha producido un desplazamiento de perspectiva, desde la información y las campañas sanitarias a medidas con un planteamiento estructural que intenta integrar la salud pública en la política social. También se ha producido el cambio desde el control de problemas individuales de salud a la perspectiva holística de la salud, aunque debe continuar el desarrollo de este modelo.

Es fundamental para el trabajo centrarse en los determinantes de salud. Si queremos cambiar el comportamiento de las personas, lo debemos hacer al mismo tiempo que se creen unas condiciones sociales favorables a este cambio. El trabajo en salud pública se basa especialmente en que las personas reconozcan que tienen poder de influir en su propia salud.

El punto de vista del trabajo en salud pública como promoción del cambio social supone también un elemento importante no sólo para los profesionales, sino para la sociedad en su conjunto.

La salud pública representa, en último caso, una pregunta sobre qué tipo de sociedad queremos para vivir. Hay una conexión cercana entre democracia, participación, equidad y seguridad social por una parte, y buena salud pública por otra. El objetivo de la nueva política de salud pública es considerar la salud de las personas como uno de los objetivos generales más importantes de la política social en su conjunto.

El informe Recursos Mundiales 2000 sobre la salud y el medio ambiente en el mundo advierte que la degradación ambiental está contribuyendo a aumentar las amenazas evitables a la salud de las personas. La versión 2002 del informe refuerza lo planteado en el informe anterior.
En una sección especial sobre "El cambio ambiental y la salud humana", Recursos Mundiales 2000 describe cómo, a pesar de los enormes avances sobre el cuidado de la salud humana en todo el mundo a lo largo de las últimas décadas, que han conseguido que millones de personas vivan más y mejor, en muchas regiones del mundo se están produciendo enfermedades curables y muertes prematuras en cantidades sorprendentemente grandes. Los factores ambientales son una de las principales causas.

Mientras la mayor parte de las estadísticas se refieren a la situación en el mundo en desarrollo, sería incorrecto asumir que las amenazas ambientales para la salud en las naciones industrializadas no son preocupantes. En los países más ricos, las amenazas ambientales para la salud proceden generalmente de la contaminación industrial (como la contaminación atmosférica y del agua o los residuos tóxicos), juntamente con las amenazas biológicas, tales como las enfermedades transmitidas por los alimentos.
• Más de 100 millones de personas en Europa y Norteamérica están aún expuestas a una atmósfera insalubre y algunos contaminantes atmosféricos se han mostrado más difíciles de controlar de lo que se esperaba.
• El asma está creciendo de forma dramática en los países desarrollados, y factores ambientales como la contaminación atmosférica, los alérgenos de las viviendas y el hacinamiento parecen en parte culpables.
• El uso excesivo de fertilizantes está perturbando los acuíferos y los ecosistemas costeros, produciendo peligrosos florecimientos de algas y mortandad de peces.
• La expansión de los viajes y el comercio proporciona nuevas oportunidades para la propagación o la reaparición de las enfermedades infecciosas en el mundo. En las dos últimas décadas, han aparecido unas 30 enfermedades infecciosas "nuevas", mientras otras enfermedades controladas con anterioridad han resurgido.
Hoy está claro que las condiciones ambientales tienen una incidencia muy importante sobre la salud de las personas. Sin embargo, en general este hecho no se refleja en la actividad habitual tanto de los profesionales sanitarios como de la población.
Por ello, creemos necesario comenzar actuaciones de difusión de la importancia de la salud ambiental para la salud de las personas.


Objetivo general de una estrategia de desarrollo sostenible en materia de salud publica

El objetivo general de una estrategia de desarrollo sostenible en materia de salud publica a mi modo de ver tal como se viene planteando a nivel global esta por determinar y elaborar medidas que permitan a cada nación mejorar continuamente la calidad de vida para las actuales y futuras generaciones mediante la creación de comunidades sostenibles capaces de gestionar y utilizar los recursos de manera eficaz y aprovechar el potencial de innovación ecológica y social que ofrece la economía, garantizando la prosperidad, la protección del medio ambiente y la cohesión social.
En cuanto a la cohesión social e igualdad social este ha de fomentar una sociedad democrática, socialmente incluyente, cohesionada, sana, segura y justa que respete los derechos fundamentales y la diversidad cultural, que ofrezca las mismas oportunidades para todos sus miembros y combata la discriminación en todas sus formas.
Y en lo particular a la salud pública ha de fomentarse la buena salud pública en igualdad de condiciones y mejorar la protección frente a las amenazas sanitarias.

Se preguntaran, pero bajo que finalidades y objetivos operativos. Y en este particular aprovecho para acercarlos a los que han sido planteados dentro de la estrategia de desarrollo sostenible de la unión europea (2006), que sin duda representan una buena guía, para que las autoridades locales realicen los propios, de acuerdo a sus realidades particulares.

· Mejorar la protección frente a las amenazas sanitarias mediante la creación de capacidad para responder a ellas de manera coordinada.
· Seguir mejorando la legislación en materia de alimentos y piensos (concentrados), incluida una revisión del etiquetado de los productos alimentarios.
· Continuar fomentando normas elevadas de sanidad y bienestar animales en cada país y a escala internacional.
· Reducir el incremento de las enfermedades relacionadas con formas de vida y de las enfermedades crónicas, especialmente en los grupos y zonas desfavorecidos desde el punto de vista socioeconómico.
· Reducir las desigualdades sanitarias dentro de cada nación y entre ellas, tomando en consideración los principales factores determinantes de la salud, así como una adecuada promoción de la misma y estrategias para la prevención de enfermedades.
· Las medidas deberán tener en cuenta la cooperación internacional en foros tales como la OMS, la OCDE y la UNESCO.
· Procurar que, para 2020, las sustancias y los preparados químicos, incluidos los pesticidas, se produzcan, manipulen y utilicen de forma que no supongan un riesgo importante para la salud humana y el medio ambiente. En este sentido, la rápida adopción del Reglamento relativo al registro, la evaluación, la autorización y la restricción de las sustancias y preparados químicos (REACH) constituirá un hito importante, siendo el objetivo, en último término, la sustitución de las sustancias muy preocupantes por otras sustancias o tecnologías alternativas adecuadas.
· Mejorar la información sobre la contaminación medioambiental y las repercusiones negativas sobre la salud.
· Mejorar la salud mental y combatir los intentos de suicidio.

Las acciones pueden incluir:

· Capacidad para responder de manera coordinada a las amenazas contra la salud, por ejemplo mejorando los actuales planes de acción relativos a las amenazas sanitarias.
· Cada país ha de fomentar una mejor prevención sanitaria y de las enfermedades tomando en consideración los factores determinantes de la salud en todas las políticas y actividades pertinentes. Deberá prestarse especial atención a la elaboración y aplicación de estrategias y medidas que tengan como objeto los factores determinantes de la salud, relacionados con el estilo de vida, como las drogas, el consumo de tabaco, las bebidas perniciosas, la dieta errónea y la inactividad física, así como las enfermedades crónicas.


· Cada país en sus políticas sanitarias deberían tender a crear y aplicar estrategias para ayudar a hombres y mujeres a alcanzar y mantener un estado emocional positivo y mejorar así su bienestar, su percepción subjetiva de la calidad de vida y su salud física y mental.
· A nivel de cada nación deberán constituirse grupos de trabajo que propongan otras mejoras en la legislación en materia de alimentos y piensos.
· Ha de unificarse la estrategia para combatir el VIH/SIDA y deberá redoblarse esfuerzos para aplicar un programa para la actuación en la lucha contra el VIH/SIDA, la malaria y la tuberculosis.
· Ha de facilitarse más información sobre la contaminación medioambiental y los efectos negativos sobre la salud y coordina la investigación de las relaciones existentes entre los contaminantes medioambientales, la exposición a éstos y sus repercusiones sobre la salud, con el fin de comprender mejor qué factores medioambientales causan problemas sanitarios y determinar la mejor forma de prevenirlos.
· En cada país ha de proponerse una estrategia para la mejora de la calidad del aire interior, concediendo particular atención a las emisiones de COVs. Prestando mayor atención a los grupos más vulnerables, en particular los niños.
· Es clave realizar programas en materia de transporte, salud y medio ambiente, por ejemplo mediante la integración de los aspectos medioambientales y sanitarios en la toma de decisiones, el seguimiento y la evaluación del impacto de la política de transportes.

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